La vida junto a la desaparecida Laguna del Guiniguada

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11 diciembre, 2025
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La vida junto a la desaparecida Laguna del Guiniguada

La historia del paisaje de Santa Brígida está marcada por la interacción constante entre el relieve, los volcanes, el agua, la vegetación natural y las comunidades humanas que aprendieron a convivir con un territorio cambiante. Uno de los escenarios más evocadores de este pasado pudo ser la desaparecida Laguna del Guiniguada.

Basándose en datos empíricos y científicos, el doctor Alex Hansen Machín recrea en un dibujo una escena cotidiana en la orilla de este antiguo humedal. La lámina, realizada por el ilustrador Manolo Cardona Sosa —autor de numerosos trabajos sobre el patrimonio cultural, geográfico y etnográfico de Canarias—, forma parte de la exposición El Patrimonio Arqueológico de Sataute que desde su apertura en la Sala Lola Massieu atrae un promedio de 70 visitantes diarios.

Volcán de Lentiscal

“En la zona donde la cuenca del Guiniguada se estrecha, algo parecido a lo que ocurre al inicio del ‘cuello de un fonil’, nació el volcán de la Caldera de Lentiscal, que cerró la salida natural del agua”, explica Alex Hansen.

Tras la erupción, ocurrida en algún momento entre los siglos VII y III a. C., “se generó una laguna como consecuencia del represamiento de las aguas que, —indica— «quizás y solo quizás si permaneció el tiempo suficiente, se pudo convertir en parte del paisaje y centro de actividad y subsistencia para los primeros indígenas canarios que se asentaron en la ladera del barranco, en el poblado de las Cuevas de La Angostura”.

El investigador explica que esta ilustración es el resultado de una «ensoñación» fundamentada en la localización y edad del volcán, en la presencia de un depósito sedimentario lacustre asociado al cuerpo del mismo, y en la existencia temprana del yacimiento de las Cuevas de La Angostura. “Aunque estos datos la hacen verosímil, no podemos considerarla necesariamente cierta, pues lo que permanece desconocido —señala— es el instante en que las aguas del barranco volvieron a abrir el cauce, rompiendo el volcán”.

“Aunque la laguna no ha llegado hasta nuestros días, su existencia es incuestionable y, durante siglos generó vida en la cuenca del Guiniguada», indica.  “Si la llegada y asentamiento de los primeros canarios coincidió con su presencia, como suponemos que pudo ocurrir, la laguna debió proporcionarles recursos esenciales para su subsistencia”.

Un paisaje desaparecido

Sobre estas bases, Alex Hansen recrea una escena evocadora que se puede contemplar en la exposición de la Sala Lola Massieu. El paisaje lo adornan acebuches, lentiscos, palmeras canarias, dragos y cardones, formando un mosaico vegetal que testimonia la fertilidad del lugar. En la ladera izquierda, los oscuros huecos del poblado de La Angostura se abren en la roca.

Un grupo de mujeres conversa animadamente mientras teje sentadas sobre una esterilla. Con destreza, urden tiras de hojas de palmera canaria (Phoenix canariensis), previamente preparadas por una pareja que separa cuidadosamente los pírganos, el nervio central de las hojas. Estas tiras serán luego transformadas en bolsas, cestos, esteras, fardos funerarios, tamarcos para vestirse. Piezas esenciales en la vida cotidiana.

No muy lejos, unas cabras pastan tranquilamente, aguardando ser ordeñadas. A la orilla de la laguna, dos hombres se internan en el agua somera para cortar haces de juncos (Schoenoplectus holoschoenus), plantas típicas de humedales y manantiales que crecen en abundancia sobre los bordes limosos. Su resistencia y flexibilidad las convierten en el material perfecto para esteras, cuerdas y canastos. Los haces recién cortados se amontonan sobre la ribera, listos para ser transportados al poblado.

En las parcelas que bordean el humedal, varias personas cultivan lentejas, arvejas, y tal vez, cereales de regadío, aprovechando las aguas del barranco y de la laguna. Este entorno era ideal no solo para la agricultura, sino también para la recolección de plantas silvestres, la caza menor, la elaboración de recipientes cerámicos y el intercambio con otros poblados de la isla.

Visita guiada

El 29 de diciembre a las 17:30 horas, tendrá lugar una visita guiada a cargo del comisario de la exposición, Alex Hansen, y de la conservadora de El Museo Canario, Carmen Cruz. Las plazas son limitadas, por lo que se requiere inscripción previa a través del correo cultura@santabrigida.es o llamando al 928 648 181, extensión 0311.

La exposición, organizada por el Ayuntamiento de Santa Brígida, a través de la Concejalía de Cultura, en colaboración con El Museo Canario y el Cabildo de Gran Canaria, podrá visitarse hasta el 30 de diciembre.

Alex Hansen Machín

Doctor en Geografía por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, su tesis doctoral abordó el último período de actividad volcánica en Gran Canaria: Volcanología y geomorfología de la etapa de rejuvenecimiento pliopleistocena de Gran Canaria. Autor de más de 70 publicaciones científicas y científico-divulgativas en revistas regionales, nacionales e internacionales, ha publicado varios mapas geomorfológicos y es autor y/o editor de ocho libros, entre ellos Bandama, Paisaje y Evolución (1993), Geografía de Santa Brígida (que dirigió en 2001); El Gran volcán: La Caldera y el Pico de Bandama (2008), cuya dirección compartió con Claudio Moreno Medina; y el más reciente: El lagar de las Casas de Bandama y los viñedos del Monte Lentiscal, del que es coautor junto a Juan Manuel Rodríguez (FEDAC, 2021).

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