La Villa de vinos

En la segunda mitad del siglo XVI arribó a Las Palmas de Gran Canaria procedente de Amberes, Daniel Van Damme, convirtiéndose, con los años, en un respetado y acaudalado comerciante. Adquirió unas tierras cercanas al monte Lentiscal, donde se dedicó al cultivo de la vid. Fue pionero en este cultivo en suelos de picón, siendo el primer viticultor que plantó viñedos en el interior de la Caldera que actualmente lleva su nombre. Posteriormente se dedicó a la exportación de productos hacia América, a donde llegaron navíos llenos de barricas de los caldos insulares.

Tras la pérdida del Imperio español allende los mares, se abrieron nuevas rutas comerciales hacia Inglaterra y los Países Bajos. Este periodo de prosperidad comercial se vio truncado por la Guerra de Sucesión y los ingleses dirigieron sus apetencias a los vinos portugueses.

A principios del siglo XIX se inicia un proceso de subasta y venta de propiedades de realengo, debido a las dificultades económicas por las que atravesaba el Cabildo insular. Por esto, grandes extensiones de terrenos anteriormente dedicadas al pastoreo pasan a manos privadas y se extiende a otras zonas cercanas la plantación de viñedos y la explotación vitivinícola, que alcanza su apogeo a lo largo del siglo. Las bodegas y lagares existentes en la actualidad fueron construidos en esa época.

A partir del siglo XX se produce paulatinamente el abandono de este cultivo, debido a la escasez de lluvias, lo accidentado del terreno y la competencia de otros vinos, reduciéndose su elaboración al consumo local.
Es en las últimas décadas del siglo pasado cuando se ha iniciado la recuperación de este cultivo por parte de emprendedores que han restaurado el paisaje, aprovechando y rehabilitando las antiguas construcciones.

El micro-clima de la zona, con la frescura de los vientos alisios y las lluvias periódicas, la cercanía al Atlántico y la altitud en que se encuentra el municipio, unido a la fertilidad del suelo volcánico, que impide grandes variaciones de temperatura, aportan al vino unas propiedades características.

En la zona se cultivan distintas variedades de uva, siendo la Listán negra, Baboso Negro, Vijariego, entre otras, las más usadas para la elaboración de vinos tintos, y la Listán blanca y la Malvasía para los blancos. El vino canario que se elabora no llega al proceso de crianza, por lo que en el mercado se encuentran generalmente vinos jóvenes.

En noviembre de 1999 se obtuvo la D.O. Monte Lentiscal. Posteriormente fue incluida, en enero de 2005, en la D.O. Gran Canaria, manteniendo en la etiqueta el nombre “Monte Lentiscal”.

La Villa de Santa Brígida alberga la sede de la DO “Gran Canaria”, un espacio acogedor donde visitar el Museo del Vino y saborear los diferentes caldos de la isla.

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